Es evidente la exuberancia técnica y metodológica que ha
acompañado a las ciencias del lenguaje a lo largo de su desarrollo.
Sin embargo, es de justa ley reconocer que un análisis es después
de todo un proceso selectivo de representación de un fenómeno
determinado con el fin de iluminar algunas de sus propiedades. Un
análisis que pretendiera reproducir su objeto a la perfección no
sería tal, sin que nos lo devolviera en la forma en que se produjo
el acto investigado mismo. Por ello de alguna manera el análisis
de la lengua implica una transformación, una manipulación con algún
propósito, el que nos anima a que el trabajo pueda tener una
utilidad social, o que al menos aporte elementos para conseguirla.
A partir del modelo
propuesto por Dell Hymes en 1972, conocido normalmente como modelo
SPEAKING, en el que se hace referencia al conjunto de elementos que
coinciden con el mencionado acróstico, desarrollado con las
iniciales de los ocho componentes en inglés: Situation
(Situación, marco o escena), Participans (Participantes,
estatus y papeles), Ends (finalidades que se pretenden), Act
sequences (Secuencia de actos), Key (Clave o tono apropiado y
manera de hablar), Instrumentalities (Instrumentos verbales y
no verbales, canales), Norms (Normas) y Genre (Género):
SPEAKING.
Dell Hymes realmente introduce un giro
importante en la concepción del análisis lingüístico y
comunicativo, puesto que desplaza el centro de interés tradicional,
los recursos lingüísticos en sí, hacia un foco como el acto de
habla, que se llamará a partir de entonces evento comunicativo, es
decir “del código lingüístico, al acto de habla” (Duranti,
1997/2000: 385). Es entonces cuando el evento comunicativo se toma
como unidad de análisis para examinar, o intentar hacerlo, toda la
comunidad. Es obvio que el avance de Hymes no se produce desde la
nada,
ya que el antecedente inmediato de su propuesta analítica lo
constituye el esquema sobre la comunicación jakobsoniano. Hymes,
teniendo en cuenta los seis factores de R. Jakobson los amplía y
pule varias veces hasta determinar dieciséis factores operativos en
los eventos comunicativos. Con la intención de facilitar la
memorización de tamaño número de factores los reagrupó todos en
el acrónimo SPEAKING, de manera que incluso el nuevo
modelo mantenía una declarada motivación en su nombre
mismo. Los factores en sí eran considerados tanto componentes del
habla como componentes de los actos de habla, a pesar de que luego
introdujo redenominaciones terminológicas.
“El modelo SPEAKING, de Hymes, amplía
el esquema de Jakobson, añadiéndole sensibilidad ante las
dimensiones del habla que hacen del estudio de los eventos
comunicativos el punto de partida para el estudio de comunidades
enteras. La idea revolucionaria en este caso es el hecho de recurrir
a una unidad social de análisis, el evento, que a su vez se define
por el habla que lleva aparejada (Duranti, 1997/2000: 439)”.
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