7 de junio de 2013

115 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE FEDERICO GARCÍA LORCA

 
 
García Lorca y el teatro.
 
 
    Nació en Fuentevaqueros (Granada) en 1898. En la capital inició Letras y Derecho; acabó ésta por agradar a su padre. En 1919 se traslada a la Residencia de Estudiantes, donde coincide con personajes como Buñuel o Dalí. Allí conoce a Juan Ramón Jiménez y a la mayoría de los poetas del 27.

    En el curso 29-30 viaja a Nueva York como becario, experiencia que le marcará profundamente. En 1932, ya en nuestro país, es apoyado por el gobierno de la República para fundar La Barraca, compañía  teatral universitaria que acerca por los pueblos españoles la vanguardia y el acervo dramatúrgico español. Es, hasta su muerte, un poeta de reconocido prestigio: autor dramático, poeta, colaborador en revistas, conferenciante,... Sus afinidades con la República provocaron su detención y fusilamiento en 1936.

    1.- Ideas estéticas sobre el teatro.

    La obra de Lorca podría resumirse como el conflicto de frustración que se establece entre la realidad y un deseo imposible. De ahí que en su obra se describan destinos trágicos: personas que no pueden cumplir sus deseos por oponentes metafísicos - el Tiempo y la muerte- o sociales - la intolerancia y los yugos sociales-.

    Detestó, naturalmente, el teatro que triunfaba en aquellos años desde el punto de vista comercial, pues pensaba que carecía de personajes que mostraran los conflictos del ser humano. Para él es importantísimo mezclar lo poético con lo real: ahondar en los lados oscuros de los hombres y las mujeres, al tiempo que poner en tela de juicio las convenciones e instituciones sociales de su tiempo.

    Sus fuentes teatrales son muy extensas: el drama rural del siglo XIX - por los medios donde se insertan muchos de sus dramas y su gusto por lo popular-, la tragedia griega y shakesperiana - donde los personajes están condenados de antemano por un fatum trágico-, el teatro del Siglo de Oro - especialmente por la puesta en escena y la importancia del elemento musical como apoyo de la trama-; por supuesto, también se verá influido por las propuestas vanguardistas tanto en la forma como en los temas de sus obras. De ahí la enorme cantidad de géneros que cultivó, como luego veremos.

    2.- Primera etapa: los comienzos.

    En 1920 escribe El maleficio de la mariposa, de raíz simbolista. Su protagonista era un cucaracho con un amor frustrado por una mariposa. En esta obra ya se adelantan los principales temas lorquianos que hemos citado. Naturalmente, la obra fracasó.

    Tres años más tarde escribe un teatrillo para niños, Los títeres de la cachiporra, en esta pieza expone la infancia como un paraíso perdido. En 1931 tratará el guiñol de nuevo, pero esta vez para adultos, por su desvergonzada, pero no vulgar, frescura popular en el Retablillo de San Cristóbal.

    Su primer éxito llega con Mariana Pineda (1925). Esta obra, en verso, trata la condena de una granadina por bordar una bandera liberal y tuvo resonancias antidictatoriales contra Primo de Rivera no intencionadas por su autor. La pieza supuso una superación del drama histórico modernista de Marquina.

    En 1926 escribe La zapatera prodigiosa. En ella se cuenta con un insuperable aire popular la historia de una bella muchacha casada con un zapatero viejo. En prosa y verso, se apoya en cómo se esgrime lo poético y el deseo contra la realidad hostil con unos resultados insatisfactorios. Igualmente, representa un amor trágico, aunque tratado con cierto humor, Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1928).


    3.- La experiencia vanguardista.

    Tras la publicación del Romancero gitano (1928), y posterior viaje a Nueva York, Lorca sufre una crisis personal y estética que le lleva a cambiar de rumbo su obra: apuesta ahora por una estética surrealista muy personal.

    Sin embargo, su surrealismo es sólo de imágenes, es decir, no se deja guiar por el libre fluir de la conciencia ni por la escritura automática: a pesar de su aparente incoherencia y yuxtaposición de imágenes, estas obras tienen una coherencia interna que sigue respondiendo a las constantes preocupaciones del poeta. Formalmente todas ellas fueron rechazadas por lo arriesgado de su puesta en escena, algo que él mismo sabía.

    El público (1930) es una obra surrealista donde los personajes simbolizan las obsesiones psíquicas más hondas de Lorca: la crítica a la sociedad, a quienes no reaccionan valientemente contra las injusticias, y la proclamación de que todo tipo de amor es lícito porque el amor desconoce leyes.

    En Así que pasen cinco años (1931), representa la historia de un joven que desea ser padre de modo imposible por estar dividido entre dos amores. La obra se desarrolla, parcialmente, en los sueños del protagonista.

    4.- Tercera etapa: la plenitud.

    En 1933, sale de esta etapa surrealista e inicia una nueva que casa a la perfección el ideal de un teatro vanguardista con uno al alcance de todos los públicos. Esto se explica por la coincidencia con la dirección teatral de La Barraca.

    En todas ellas hay un tema central: el de la mujer ante una sociedad intolerante y que la tiene como criatura marginada, como los gitanos, los niños y los negros en obras anteriores suyas.

    Bodas de sangre (1933) cuenta la historia real de una novia que se escapa con su amante el mismo día de su boda, rompiendo todas las barreras sociales y que desembocará en la muerte. Tiene de tragedia griega el hecho de que los personajes estén predeterminados genéticamente por su pasión y por el enfrentamiento entre familias de una Andalucía  de oscuras raíces. La obra fue un éxito clamoroso.

    En Yerma (1934) se representa la esterilidad femenina como símbolo de desesperanza. La mujer está frente a un poder, el del marido, que le impone sumisión e imposibilidad de realizarse.

    El paso de los ambientes rurales a los urbanos se da en Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935). Se retrata la mujer de burguesía acomodada, timorata y condenada a la soltería y a marchitarse como las flores de las que cuida mientras espera el amor que llame a su puerta. En esta obra combina lo ridículo con lo patético introduciendo cierta dosis de humor tierno.

    Como colofón del teatro lorquiano, escribe el año de su muerte La casa de Bernarda Alba (1936).

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