La imagen que observáis es un fragmento de la Capilla Sixtina del Vaticano, donde Michelangelo Buonarroti (Miguel Ángel, 6 de marzo de 1475) plasmó tras cuatro años de solitario y duro trabajo, algunas escenas del antiguo testamento.
Si alguna vez vas allí, alza tu vista y a veinte metros sobre la tierra, podrás sentir como intentan cobrar vida la Creación de la Luz, la Creación de Adán, la Creación de Eva, la Creación del mundo, la Creación de las plantas y de los astros, el Pecado Original y la Expulsión del Paraíso, el Sacrificio de Noé, el Diluvio Universal, la Embriaguez de Noé...
Es la explosión del Renacimiento, Renovatio, tras los oscuros siglos de Edad Media.
Las manos de la Creación de Adán quieren hacernos ver, o que veamos, como recibe el hombre la llama de la vida por su creador, aunque si miras bien no sabrás de donde a donde va esa lágrima vital. Bajo cualquier mirada, son manos de vida.
Miguel Ángel era ante todo escultor, "he sido amamantado por mármol, cinceles y martillos", y pensaba que en cada bloque de mármol existía una "alma" latente que trataba de liberar, por eso nos legó, entre otras, a Moisés con los diez mandamientos y la mirada perdida; un rebelde David vencedor de Goliat, y la Piedad llena de luz a pesar del hijo yacente sin vida en su regazo.
Moisés |
David |
Pietá.La Piedad |
Muere a la edad de 89 años, más que respetable en aquellos tiempos, tras una vida plagada de lucha; enemistad (con su coetáneo Leonardo da Vinci), orgullo, por sus constantes discusiones con Julio II; y vanidad (llegó a golpear la rodilla de Moisés cuando acabo la escultura, al tiempo que le gritaba...por qué no me hablas ¡¡¡¡ ); pero sobre todo una enorme capacidad de esfuerzo y trabajo, a la par que una sensible alma, puesto que también hay que sentir para dejar sobre el frío mármol la calidez de lo que de dentro escapar quería.
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