La Guerra Civil española (1936-39), tiene unos antecedentes perfectamente definidos en las vacilaciones de la II República, donde los diferentes partidos se fueron alineando a la derecha (CEDA, Confederación Española de Derechas Autónomas) y a la izquierda (Frente Popular).
Que duda cabe del prestigio que habían adquirido los militares, tras el triunfal desembarco de Marruecos, donde los africanistas habían ascendido vertiginosamente por méritos de guerra, mientras otra parte de la oficialidad, que no había participado en el conflicto rifeño, pedían el ascenso por antigüedad.
Ante esta disyuntiva y con los antecedentes de la virilidad del ejército español en la vida política durante buena parte del S.XIX, comenzaba un proceso constituyente al proclamarse la II República tal día como hoy, 14 de abril, pero del año de 1931. El gobierno provisional formado por la coalición republicano-socialista, convocó elecciones para finales de junio del mismo año, ascendiendo al poder Manuel Azaña, el cual intentó realizar un drástico programa de reformas, donde la reforma militar fue uno de los ítems a tratar.
Así, con la implantación de ésta, se intentó disminuir la acusada macrocefalia existente en el ejército español, ofreciendo la jubilación voluntaria a los oficiales que así lo solicitasen. Los triunfadores del Rif fueron ¨ aislados por el amplio territorio nacional ¨, Franco fue destinado a Canarias, Mola a Pamplona, Queipo de Llano a Andalucía, Goded a Baleares.
En el verano de 1932 José Sanjurjo, intentó derrocar fallidamente al gobierno de la República.
Los sucesos de Casas Viejas, deterioraron al gobierno Azaña, provocando la convocatoria de elecciones para el mes de noviembre de 1933. La mujer española votaría por primera vez en ese momento.
Al tiempo los sindicatos encabezados por la CNT en mayor parte y la UGT, intentaban fomentar el clima preciso para acometer la revolución social. Asturias y Cataluña asi lo atestiguaban en octubre de 1934, donde el ejército de África encabezado por el joven general Francisco Franco, llegó a la región asturiana para ¨ defender al gobierno de la república ¨, pantomimas de la historia.
Con los escándalos del estraperlo el gobierno radical cedista de Lerroux y Gil Robles, se postró nuevamente, para el advenimiento de las izquierdas frentepopulistas en febrero de 1936.
Desde ese preciso instante, comenzó a cocerse el alzamiento nacional. Con Sanjurjo y Mola como principales dirigentes, Franco supo esperar su momento desde Canarias, para viajar en el famoso Dragon Rapide, haciendo escala en Casablanca, para ponerse al mando de la guarnición de Tetuán, una vez estallado el conflicto el día 17 de julio de 1936 en Melilla, y al día siguiente en Sevilla, donde el General Queipo de Llano, tomó rapidamente la ciudad.
Lo que sigue, ya lo sabemos todos, pero es preciso reflexionar que la radicalización política exhacerbada por una y otra ala, tanto de la izquierda como de la derecha, postergarían a la sociedad a posicionarse ora en un bando ora en otro. Sucesos como los asesinatos del teniente Castillo y del líder político Calvo Sotelo, encenderían la mecha que culminaría con más de un millón de bajas (500.000 fallecidos, 400.000 exiliados y en torno a 100.000 no nacidos), y que a la postre dejarían a España, en la más mísera situación social, política y anímica.
Francisco Jesús Martín Milán
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