No canceléis sus sueños: contra el trabajo infantil

Cerca de 215 millones de niños trabajan actualmente en el mundo.

Escandaloso, no solo en cuanto a la terrible cantidad de niños afectados, sino también, y es lo más importante, porque quedan privados de iniciar o proseguir su educación, ya que ésta los hará libres en el futuro.

La escuela, así en sentido genérico, los dotará de las mejores herramientas que puedan tener nunca: saber leer y escribir en su lengua materna, y quizás en otras lenguas; tener la capacidad de reflexionar, de razonar, de ser críticos, de proponer; y de poseer aquellos valores que les permitan desarrollarse y mantenerse como personas justas en un mundo cada día más desvalorado.

Al verse privados de la educación se ven sin sueños, ya que ellos miran y escuchan, y observan como otros niños y los mayores viven sus vidas plenamente, llenas de sueños, o viviendo sus sueños tal y como los concibieron.

En cambio ellos sólo tienen pesadillas de ojos cerrados, y también las peores, las de ojos abiertos. Y sin tiempo para jugar, reir y sonreir, rasguñarse las rodillas, y no salirse ni pisar las líneas de la rayuela.

Muchos no reciben alimentación ni cuidados apropiados. Se les niega la oportunidad de ser niños. Más de la mitad de estos niños están expuestos a las peores formas de trabajo infantil como trabajo en ambientes peligrosos, esclavitud, y otras formas de trabajo forzoso, actividades ilícitas incluyendo el tráfico de drogas y prostitución, así como su participación involuntaria en los conflictos armados. 

Luchemos para que ellos puedan ser niñas y niños, porque solo ellos saben colorear sus manos, dejar que les llueva sin que el día se vuelva gris, y reir, reir defendiendo la risa pluma por pluma.