Discurso de Steve Jobs en la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford (2.005), tercera parte:
La
tercera historia es sobre la muerte.
Cuando tenía 17 años leí una cita que decía algo parecido a "Si vives cada
día como si fuera el último, es muy probable que algún día hagas lo
correcto". Me impresionó y en los últimos 33 años, me miro al espejo todas
las mañanas y me pregunto: "Si hoy fuera en último día de mi vida,
¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer?" Y cada vez que la respuesta
ha sido "no" varios días seguidos, sé que necesito cambiar algo.
Recordar que moriré pronto constituye la
herramienta más importante que he encontrado para tomar las grandes decisiones
de mi vida. Porque casi todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo
el temor a la vergüenza o al fracaso todo eso desaparece a las puertas de la
muerte, quedando solo aquello que es realmente importante. Recordar que vas a
morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienes
algo que perder. Ya estás desnudo. No hay ninguna razón para no seguir a tu
corazón.
Casi un año atrás me diagnosticaron
cáncer. Me hicieron un escáner a las 7:30 de la mañana y claramente mostraba un
tumor en el páncreas. ¡Ni sabía lo que era el páncreas! Los doctores me dijeron
que era muy probable que fuera un tipo de cáncer incurable y que mis
expectativas de vida no superarían los seis meses. El médico me aconsejó irme a
casa y arreglar mis asuntos, que es el código médico para prepararte para
morir. Significa intentar decir a tus hijos todo lo que pensabas decirles en
los próximos 10 años, en unos pocos meses. Significa asegurarte que todo esté
finiquitado de modo que sea lo más sencillo posible para tu familia. Significa
despedirte.
Viví con ese diagnóstico todo el día.
Luego por la tarde me hicieron una biopsia en que introdujeron un endoscopio
por mi garganta, a través del estómago y mis intestinos, pincharon con una
aguja el páncreas y extrajeron unas pocas células del tumor. Estaba sedado,
pero mi esposa, que estaba allí, me contó que cuando examinaron las células en
el microscopio, los doctores empezaron a llorar porque descubrieron que era una
forma muy rara de cáncer pancreático, curable con cirugía. Me operaron y ahora
estoy bien. Es lo más cerca que he estado a la muerte y espero que sea lo más
cercano por unas cuantas décadas más.
Al haber vivido esta experiencia, puedo
contarla con un poco más de certeza que cuando la muerte era puramente un
concepto intelectual: Nadie quiere morir. Incluso la gente que quiere ir al
cielo, no quiere morir para llegar allá. La muerte es el destino que todos
compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y es como debe ser porque la muerte es
muy probable que sea la mejor invención de la vida. Es su agente de cambio.
Elimina lo viejo para dejar paso a lo nuevo. Ahora mismo, vosotros sois lo
nuevo, pero algún día, no muy lejano, seréis los viejos. Y seréis eliminados.
Lamento ser tan trágico, pero es cierto. Vuestro tiempo tiene límite, así que
no lo perdáis viviendo la vida de otra persona. No os dejéis atrapar por
dogmas, no viváis con los resultados del pensamiento de otras personas. No
permitáis que el ruido de las opiniones ajenas silencie vuestra voz interior. Y
más importante todavía, tened el valor de seguir vuestro corazón e intuición,
porque de alguna manera ya sabéis lo que realmente queréis llegar a ser. Todo
lo demás es secundario.
Cuando era joven, había una asombrosa
publicación llamada The Whole Earth
Catalog, una de las biblias de mi generación. Fue creada por un
tipo llamado Steward Brand no muy lejos de aquí, en Menlo Park, y la creó con
un toque poético. Fue a finales de los 60, antes de los ordenadores personales
y de la edición mediante microcomputadoras. Se editaba usando máquinas de
escribir, tijeras y cámaras Polaroid. Era como Google en tapas de cartulina, 35
años antes de que apareciera Google. Era idealista y rebosante de hermosas
herramientas y grandes conceptos. Steward y su equipo publicaron varias
ediciones del The Whole Earth Catalog
y luego, cuando seguía su curso normal, publicaron la última edición. Fue a
mediados de los 70 y yo tenía vuestra edad. En la contraportada de la última
edición, había una fotografía de una carretera en medio del campo a primera hora
de la mañana, similar a una en la que estaríais haciendo dedo si fuérais así de
aventureros. El pie de foto decía: "Seguid hambrientos. Seguid
alocados". Fue su mensaje de despedida. Siempre lo he deseado para mí. Y
ahora, cuando estáis a punto de graduaros para empezar de nuevo, es lo que os
deseo. Seguid hambrientos. Seguid alocados. Gracias"
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