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| no dejéis que nos maten |
En todas las guerras, todas, el pueblo es desgobernado por unos y otros.
Por las botas de los ejércitos, por el silencio de las naciones, por nuestra callada respuesta.
En la década de los noventa del siglo pasado, la llamada Guerra de los Balcanes cumplía todas y cada una de las normas de la guerra. A saber, yo llevo el sable, y tú tienes dos opciones, callas y quizás vivas, y morirás ; o resiste y mueres, pero vivirás.
Los habitantes de Sarajevo, impotentes ante las palabras de metralla y plomo, que asolaban la ciudad diariamente, más de 10.000 muertos en cuatro años, y ante el inoperante silencio de la comunidad internacional, celebraron un concurso de belleza, Miss Sarajevo, para pedir al resto de sus humanos hermanos ayuda.
Sólo querían vivir, con normalidad, con las únicas inclemencias del tiempo, y los espacios. Y alguna llovizna del cielo, algún tizón del infierno.
La fotografía que véis la mostraron al finalizar el concurso.
La belleza es lo de menos, sus sonrisas fueron... nuestra mortaja ética.
Hoy, el señor de la guerra clava sus ojos aquí y allí.
Se cree vencedor porque nuestro silencio es siempre, desde el principio de los tiempos, su fragua, y es aquí donde forja los olvidos.
Miss Sarajevo,no calles nunca.
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