Un hombre del pueblo de Negúa, en la costa de Colombia, pudo subir al cielo.
A la vuelta, contó.
Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana.
Y dijo que somos un mar de fueguitos.
Indeleble fuego.
“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. "Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto". "La educación es la única solución"
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