Ninguna de nuestras palabras, de las pocas que nos quedan que decir sobre él, podrán nunca hacer justicia, aunque no la necesita, a la intensidad de las suyas, a la pasión desbocada de su honda poesía..
Su alma intacta y su brillante estela nos siguen acompañando con la misma vehemencia después de tanto..
Lo que la muerte tajó brutalmente persistirá en sus estrofas.
Nunca habrá cenizas ni se resquebrajará su tinta.
No cesará este Rayo
¿No cesará este rayo que me
habita
el corazón de exasperadas
fieras
y de fraguas coléricas y
herreras
donde el metal más fresco se
marchita?
¿No cesará esta terca
estalactita
de cultivar sus duras
cabelleras
como espadas y rígidas
hogueras
hacia mi corazón que muge y
grita?
Este rayo ni cesa ni se
agota:
de mí mismo tomó su
procedencia
y ejercita en mí mismo sus
furores.
Esta obstinada piedra de mí
brota
y sobre mí dirige la
insistencia
de sus lluviosos rayos
destructores.
....y aún tengo la vida..
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