“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. "Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto". "La educación es la única solución"
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22 de febrero de 2015
Copérnico
Nicolás Copérnico (19 de febrero de 1.473), es el padre fundador de los inicios de la moderna Astronomía, y a él debemos una de las mayores revoluciones científicas que marcan el desarrollo de la Ciencia: la Teoría Heliocéntrica del Sistema Solar.
En su libro De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las revoluciones de las esferas celestes), la Tierra es desplazada como centro del universo por el Sol.
Durante 14 siglos, el pensamiento científico estuvo marcado por Ptolomeo, que en su Almagesto había situado la Tierra como centro del Universo conocido, alrededor de la cual giraban el resto de los planetas y el Sol, cumpliendo así la máxima de la típica visión antropocéntrica de la vida.
La Ciencia, con mayúsculas, no es un inmenso buque inamovible, es un árbol de cuyas raíces, a veces dulces, otras amargas, cuelgan los verdaderos frutos del conocimiento.
Con la revolución copernicana, a pesar de seguir considerando que las estrellas ocupan una posición fija en la esfera envolvente del sistema solar, se inicia la llamada moderna astronomía, aún distante de la ciencia celeste actual; posteriormente Tycho Brahe, Johannes Kepler, Galileo y Newton, fueron completando sus observaciones y ampliando el horizonte de la verdad astronómica.
En 1.687 Newton, que iba a hombros de sus gigantes predecesores como él mismo reconocía, publica su obra "Principios matemáticos de la filosofía natural", donde en su cuarta ley del movimiento, la Ley de Gravitación Universal, representa el nacimiento de la física clásica, a la par que explicaba de forma coherente las observaciones de los fenómenos que ocurrían en el cielo y en la Tierra.
Ciencia y magia; astronomía y astrología; matemática y mística de los números que hasta entonces habían ido de la mano, empiezan a separarse con Copérnico, al abrir la brecha de la duda sobre la posición que nos corresponde en el universo.
Thomas Kunn en su libro "La revolución copernicana", nos señala que a veces es necesario dar un giro a nuestras convicciones, de una forma muy drástica, ante la evidencia de los hechos que nos muestran la invalidez de las suposiciones, no siempre ciertas al ser vistas con las lentes de las sensaciones, malinterpretadas por el color de las necesidades. Era pues necesario un giro... copernicano, ser destronados del centro, y ocupar la verdadera posición que nos corresponde.
"los hombres convencidos de que su residencia terrestre no era más que un planeta girando ciegamente alrededor de una entre miles de millones de estrellas, valoraban su posición en el esquema cósmico de manera muy diferente a la de sus predecesores, quienes en cambio consideraban a la Tierra como el único centro focal de la creación divina"
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