12 de marzo de 2014

EL TEXTO EXPOSITIVO



EL TEXTO EXPOSITIVO. ESTRUCTURAS Y CARACTERÍSTICAS.



1.- Definición y características.

          El Diccionario de la Real Academia define el término explicar como declarar o exponer cualquier materia, doctrina o texto difícil, con palabras muy claras para hacerlos más perceptibles. De hecho, explicar y exponer son dos verbos que expresan conceptos estrechamente vinculados. Sin embargo, desde ahora vamos a establecer una diferenciación entre exponer, que equivale a informar, es decir, transmitir datos con un alto grado de organización y jerarquización, y explicar, actividad que, partiendo de una base expositiva o informativa necesariamente existente, se realiza con una finalidad demostrativa.

            Estás claro que las secuencias expositivas, también llamadas explicativas, no se limitan a informar o exponer, aunque también informen y expongan, sino que quieren hacer comprender por qué tal elemento o proceso se define e identifica de una determinada manera. Por eso podemos afirmar que el texto expositivo es la secuencia didáctica por excelencia.

            También conviene señalar que la explicación no pretende transformar convicciones ni conductas. A diferencia del argumentativo, que utiliza las estrategias retóricas adecuadas para convencer, la exposición es neutra y objetiva y en ella ni hay intención de persuadir, sino de aportar los elementos necesarios para facilitar la comprensión de un tema difícil y complejo. No obstante señala Van Dijk que un texto expositivo puede ser argumentativo en cuanto la claridad de exposición puede ser utilizada para convencer: por ejemplo, la condena ecologista a los alimentos transgénicos necesita exponer y explicar en qué consiste tal manipulación genética si quiere tener cierta eficacia en su argumentación.

            Nosotros más bien creemos que el texto expositivo puede integrarse en otra secuencias predominantemente narrativas, descriptivas, argumentativas y aun dialógicas en virtud de la heterogeneidad textual que puede ofrecer cualquier discurso. También es cierto que las exposiciones pueden ilustrarse con narraciones, descripciones y aun diálogos, pero raramente con argumentaciones, a menos que éstas estén tan consensuadas que no quepa el considerarlas como opiniones del emisor. Lo importante es que en un texto del tipo que nos ocupa predomina la actitud expositiva, que viene dada por un afán didáctico de objetividad y claridad.


2.- Esquema expositivo.


            Todo texto explicativo parte de las preguntas que nos suscita un objeto complejo que se explica según las siguientes fases, que incluye la terminología de Adam, Grice y Coltier:

a)    Fase de cuestionamiento: son las preguntas suscitadas por un tema complejo. Realiza una esquematización inicial del asunto objeto de la explicación y puede corresponderse con el título del texto o con algún párrafo introductor. Esta fase genera un cuestionamiento basado en las causas y los modos que motivan que tal objeto sea o se comporte de determinada manera.
b)   Fase resolutiva: son las explicaciones que esclarecen  la dificultad de dicho tema Suponen un acercamiento a la explicación aportando todos los datos e informaciones necesarios para su resolución. Realiza una esquematización problemática, y deja aún incógnitas en el aire.
c)    Fase conclusiva: nos conduce a la esquematización explicativa, aportándonos todo la interpretación de los datos, de modo que esta fase supone la verdadera etapa de explicación del objeto de nuestro discurso.
            Podemos ver esta determinación de partes en el siguiente ejemplo: El paisaje forestal del valle del Jerte está cambiando a pesar de que la actividad humana casi ha desaparecido allí (Fase de cuestionamiento) Los responsables principales del cambio son los pájaros (Fase resolutiva). Los pájaros trasladan involuntariamente ciertas semillas a esa zona introduciendo nuevos tipos de árboles (Fase conclusiva).


3.- Estructuras gramaticales.


            Como afirma Adam , los textos con secuencia dominante explicativa se asocien generalmente a la síntesis y al análisis de las representaciones conceptuales. Las dos fórmulas a las que pueden estar reducidos corresponden a estos dos tipos:

(a) Sujeto + Predicado nominal: síntesis. Agrupa las partes y cualidades remitiéndolas a un ser definido.
(b) Sujeto + Predicado verbal -cuyo núcleo ideal es tener-: análisis. Determina las diferentes partes del todo que supone el objeto de la explicación.

            Estas fórmulas básicas se desarrollan mediante tres funciones básicas: la causalidad, la consecuencia y el modo, ya sea en forma de sintagmas o de proposiciones subordinadas adverbiales: Las dos primeras conectan de modo lógico la sucesión de fases del discurso, mientras que la tercera señala las circunstancias en las que se desarrollan las cualidades que la síntesis y el análisis nos mostraron.

            Podemos ilustrar esto que decimos con el siguiente ejemplo: El agua es H2O (síntesis). Su símbolo es así porque tiene dos moléculas de hidrógeno y dos de oxígeno (análisis). Se congela a 0º C y hierve a 100º C (modo), de manera que si le restara una molécula de hidrógeno (causa) las temperaturas de ebullición y congelación variarían (consecuencia1) por que ya no se tendría agua, sino H1O (consecuencia2).

            De hecho, el orden de estos textos suele ser fijo, en cuanto piden una organización de causas consecuencias o de enumeración de partes. Siguiendo la tipología de Marcos Marín tendríamos:

A     Sintetizante: Por ejemplo, si el tema principal es la germinación de una semilla, ésta será el final de un proceso natural que se habrá ido desglosando a lo largo del texto.
B     Analizante: especialmente cuando se ven las consecuencias de algún hecho, ése va al principio. Las consecuencias del consumo de hortalizas transgénicas son varias: ...
C   Paralelo: se da especialmente cuando se describen las partes de un todo. Estructura de los batracios: el estómago se compone de (...) las agallas muestran forma de (...), ...

            El orden de las palabras es el lineal, en cuanto la alteración del orden sintáctico de modo envolvente responde a motivaciones estilísticas, que, como dijimos, no son pertinentes en este tipo de textos, donde ha de predominar la objetividad, la claridad y la precisión.

            Uno de los tiempos verbales más usados es el presente de indicativo. Por un lado abstrae la explicación de coordenadas espacio-temporales, dándole a las explicaciones un carácter universal, tomando el llamado valor gnómico, y, por otro, atrae el proceso al tiempo del emisor aunque tal proceso ya haya sucedido; por ejemplo, para explicar la situación de los Balcanes expongo que Sarajave es un crisol de cultural a finales del XIX, de este modo se usa el presente con valor histórico.

            Los condicionales y el presente de subjuntivo son aptos para explicar hipótesis como en el ejemplo anterior: si le restara una molécula de hidrógeno, las temperaturas de ebullición y congelación variarían por que ya no se tendría agua, sino H1O; o El átomo que se encuentre en ese momento entra en el proceso de fisión.

            Por otro lado, hemos visto que la actitud explicativa excluye cualquier tipo den subjetividad, de modo que convendría señalar aquí que predominan los verbos en tercera persona, especialmente las impersonales marcadas con se: Se estima que su longitud es de 300 metros. Por la misma razón predominan de modo absoluto la emisión de oraciones con función referencial y entonación enunciativa: cualquier otra expresaría de algún modo la actitud personal del hablante respecto a su enunciado.

            En cuanto a la precisión y la claridad, otro de los elementos constitutivos del texto expositivo, hemos de señalar que los elementos funcionalmente adjetivales son especificativos y no valorativos: adjetivos calificativos: ordenador clónico; complementos del nombre, que suelen indicar procedencia o materia: fosfato de sodio, dialecto de Indostán,...; oraciones de relativo especificativas: las ondas que percibe el oído humano posibilitan la recepción en la oralidad; ...

            El establecimiento de relaciones lógicas entre los enunciados es propio de la secuencia explicativa. Y si bien dichas relaciones quedan a veces implícitas por yuxtaposición, mucho más a menudo se explicitan mediante los conectores, conjunciones u otro tipo de locuciones con valor relacionante, como las formadas por preposición más un elemento anafórico, generalmente causales: por ello, por dicha causa,... también abundan las ilativas con valor consecutivo: por lo tanto, por consiguiente, de modo que,... y las finales: para que, a fin de que, con vistas a,...

            Igualmente nos encontramos con conectores que introducen matices o condicionan la validez de las aserciones: adversativas: pero, sino,...; condicionales: siempre que, a condición de que,...; y concesivas: aunque, a pesar de que,...

            En definitiva, la selección de cada uno de los elementos que integran una secuencia explicativa es debida a este propósito de obtener la máxima claridad y precisión. Es por ello por lo que cobra u  relieve especial el empleo de la terminología especifica del ámbito al que se refiere el texto. Estamos ante los tecnicismos, que es una unidad léxica que asegura una determinación unívoca y monosémica que evita ambigüedades: fosfato. Hay palabras del corpus estándar que se han especializado en el ámbito de lo científico: segmento de población.

            Los tecnicismos están abiertos a la entrada de múltiples neologismos y préstamos, y a ser creados por derivación -informatizar, indexar,...-, composición -placa-madre-, parasíntesis -aterrizar,...- y siglas: lenguaje HTML. Del mismo modo hay palabras que revitalizan su significado para adaptarse a las nuevas necesidades de designación: por ejemplo, la red, para referirse a internet. Los calcos se producen cuando se traduce literalmente una palabra o expresión de otro idioma, por ejemplo disco duro por hard disk. Pero también se puede optar por adaptarlo a la morfología española: disquetera, cederrones,..., o, por el contrario, respetarlos en su forma original, por lo que estaríamos ante los xenismos: software, applet,...


4.- Cohesión y coherencia textuales.


            Los textos explicativos utilizan los procedimientos habituales para las remisiones al contexto lingüístico, especialmente, como vimos, los conectores. En cuanto a la referencia, los elementos anafóricos más utilizados son los relativos, en cuanto los pronombres, si se usan en abundancia puede producir ambigüedades. En cambio, existe un intenso uso de los procedimientos que aseguran la cohesión léxica: desde la repetición de las palabras, hasta la inserción de sinónimos o hipónimos e hiperónimos. El agua mezclada con tierra silicosa produce un barro puro, más intenso cuanto más se aumenta el líquido. No obstante, como señala Combettes, los procedimientos para obtener la cohesión léxica de un texto no comportan el mismo grado de dificultad. Así, conllevan muy poca o ninguna cuando repiten términos o cuando se utilizan palabras de diferente categoría gramatical pero con el mismo lexema. En cambio, la dificultad aumenta cuando se usan sinónimos o hiperónimos: en el ejemplo anterior puedo entender que el líquido se refiere a cualquier líquido o sólo al agua.


            En cuanto a la progresión temática, es decir, la forma en que se integra la información conocida, o tema, y la información nueva, o rema, se suelen seguir dos modelos:

O   Progresión lineal: Cada rema se convierte en nuevo rema. Por ejemplo: La temperatura terrestre (tema1) aumenta cada decenio (rema1), este cambio (rema1 > tema2) es causado por el hombre (rema2) debido a que éste  (rema2 > tema3) genera industrias que emiten gases nocivos (rema4).
O   De tema variado: A partir de un hipertema, o tema central, que puede estar explícito o sobreentendido, se bifurcan varios subtemas con sus correspondientes: Por ejemplo: Cartografía digital para la isla de Tenerife (hipertema). El proyecto Volcán del Parque Natural de la zona volcánica del Teide (subtema) aplica la tecnología de los Sistemas de Información Geográfico (rema).


5.- Características pragmáticas.

            El texto explicativo -quizá más que cualquier otro- tiene que configurarse teniendo en cuenta el conocimiento compartido por emisor y destinatario. El caso óptimo es el que el emisor tenga una idea exacta de lo que ya sabe el destinatario, porque, de lo contrario, se pueden producir inadecuaciones por defecto o por exceso, dependiendo de los conocimientos previos que el emisor estime que tenga el receptor .

            En cuanto al propósito, la voluntad que hay en toda explicación nos llevará a elaborar textos objetivos y ordenados, en los que se evitará la expresión del propio punto de vista sobre el tema tratado. Por tanto la explicación no es el espacio propio de las expresiones que señalan la actitud de la primera persona, o modus, con respecto a  lo que dice: el dictum.

            En este sentido, se prefiere el canal escrito para estas comunicaciones en cuanto admite la recursividad en la lectura. En otros canales el lector no puede volver a recibir la información, de ahí el predominio absoluto del código escrito en los textos expositivos.

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